jueves, 30 de julio de 2009

Que tanto compartes con tu PAREJA








Parte I

Mucho se ha escrito sobre hablar y compartir con la pareja los temas de interés, los sentimientos, las alternativas y los proyectos para construir una vida en común más dichosa y accesible. Pero poco se nos ha enseñado el cómo, el cuándo y a partir de qué comienza la comunicación con el otro o la otra.

Por ello me parece importante resaltar que la comunicación con el compañero comienza desde una misma. Si yo no tengo claro qué voy a decir y porqué, difícilmente podré hacerle evidente al otro lo que pasa por mi mente y mi corazón. Y si esto no se construye como hábito, es posible que mi "cuándo" sea caótico e incierto en sus resultados.

Partamos de que es preciso diferenciar, primero en nuestra mente, los temas y las intenciones al comunicarnos con el otro. Te pongo un ejemplo simple. Si solamente le dices: "Me gustaría que visitáramos a los González"; y omites decir "porque sé que ahí voy a ver a equis persona y podré cobrarle el dinero que me debe", no eres clara en tu mensaje ni en tus intenciones, y dejas un campo muy amplio para la interpretación que de tus intenciones puede hacer el otro.

Expresar mensajes concretos y evidenciar hasta tu más profundo interés y tus razones, hará que tiendas un puente de comunicación y confianza con tu pareja. Las adversidades difícilmente podrán quebrantar esa vía.

Muchas mujeres no hablamos con sinceridad por autoprotección mezquina, pues no nos gusta que se nos cuestione o se obstaculicen nuestras decisiones. Sin embargo, la vida en pareja se caracteriza precisamente porque las decisiones ya no son de uno solo; las consecuencias tampoco afectan sólo a uno.

Frecuentemente sabemos de mujeres que exigen de sus compañeros absoluta sinceridad, profundidad y frecuencia en su comunicación, pero al mismo tiempo se muestran ante ellos reservadas, herméticas, distantes; camuflajean la información a conveniencia y no soportan ser confrontadas ni mucho menos que se les diga no a algo. Por ello prefieren no abrirse.

Esto provoca fisuras en la relación porque, aun cuando ella crea que él ni se inmuta por la escasa sinceridad que recibe, sabe que la relación se irá deteriorando con mayor rapidez.

Puede ocurrir que cuando la mujer desea sincerarse, o ya se ha agotado la paciencia de su compañero o no recibe de él una escucha atenta, comprometida e inteligente para ser un adecuado receptor de sus puntos de vista.

La sabiduría popular ha definido a la relación dispareja como un ir y venir de encuentros y desencuentros... En un momento él desea hablar y ella no escucha porque está ocupada, cansada o rencorosa. En otro ella quiere hablar y él está apático, sordo y en ocasiones hasta burlón.

Terapéuticamente se señala que una pareja que intenta rescatar su relación y su convivencia sana, deberá comenzar por aprender a comunicarse con reglas diferentes a las acostumbradas y bajo ciertas características de esa disposición emocional que antes no consideraba prioritaria:

* Es bueno tener presente continuamente que el otro no es adivino. Si tú no hablas, él jamás sabrá con seguridad tu punto de vista, aun cuando te conozca de muchos años atrás.
*
Lo mejor es que una pareja no triangule su comunicación, ni a través de sus hijos e hijas ni a través de parientes, amigos o amigas.

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Que tanto compartes con tu pareja



Parte I

Mucho se ha escrito sobre hablar y compartir con la pareja los temas de interés, los sentimientos, las alternativas y los proyectos para construir una vida en común más dichosa y accesible. Pero poco se nos ha enseñado el cómo, el cuándo y a partir de qué comienza la comunicación con el otro o la otra.

Por ello me parece importante resaltar que la comunicación con el compañero comienza desde una misma. Si yo no tengo claro qué voy a decir y porqué, difícilmente podré hacerle evidente al otro lo que pasa por mi mente y mi corazón. Y si esto no se construye como hábito, es posible que mi "cuándo" sea caótico e incierto en sus resultados.

Partamos de que es preciso diferenciar, primero en nuestra mente, los temas y las intenciones al comunicarnos con el otro. Te pongo un ejemplo simple. Si solamente le dices: "Me gustaría que visitáramos a los González"; y omites decir "porque sé que ahí voy a ver a equis persona y podré cobrarle el dinero que me debe", no eres clara en tu mensaje ni en tus intenciones, y dejas un campo muy amplio para la interpretación que de tus intenciones puede hacer el otro.

Expresar mensajes concretos y evidenciar hasta tu más profundo interés y tus razones, hará que tiendas un puente de comunicación y confianza con tu pareja. Las adversidades difícilmente podrán quebrantar esa vía.

Muchas mujeres no hablamos con sinceridad por autoprotección mezquina, pues no nos gusta que se nos cuestione o se obstaculicen nuestras decisiones. Sin embargo, la vida en pareja se caracteriza precisamente porque las decisiones ya no son de uno solo; las consecuencias tampoco afectan sólo a uno.

Frecuentemente sabemos de mujeres que exigen de sus compañeros absoluta sinceridad, profundidad y frecuencia en su comunicación, pero al mismo tiempo se muestran ante ellos reservadas, herméticas, distantes; camuflajean la información a conveniencia y no soportan ser confrontadas ni mucho menos que se les diga no a algo. Por ello prefieren no abrirse.

Esto provoca fisuras en la relación porque, aun cuando ella crea que él ni se inmuta por la escasa sinceridad que recibe, sabe que la relación se irá deteriorando con mayor rapidez.

Puede ocurrir que cuando la mujer desea sincerarse, o ya se ha agotado la paciencia de su compañero o no recibe de él una escucha atenta, comprometida e inteligente para ser un adecuado receptor de sus puntos de vista.

La sabiduría popular ha definido a la relación dispareja como un ir y venir de encuentros y desencuentros... En un momento él desea hablar y ella no escucha porque está ocupada, cansada o rencorosa. En otro ella quiere hablar y él está apático, sordo y en ocasiones hasta burlón.

Terapéuticamente se señala que una pareja que intenta rescatar su relación y su convivencia sana, deberá comenzar por aprender a comunicarse con reglas diferentes a las acostumbradas y bajo ciertas características de esa disposición emocional que antes no consideraba prioritaria:

* Es bueno tener presente continuamente que el otro no es adivino. Si tú no hablas, él jamás sabrá con seguridad tu punto de vista, aun cuando te conozca de muchos años atrás.

* Lo mejor es que una pareja no triangule su comunicación, ni a través de sus hijos e hijas ni a través de parientes, amigos o amigas.